Un reciente descubrimiento permite medir las concentraciones de varios biomarcadores y fármacos en
el cuerpo humano gracias a un biosensor implantable. El dispositivo es un sensor de oro
realizado por investigadores de la Universidad Johanes Gutenberg de Mainz y es capaz de permanecer
colocado debajo de la piel durante mucho tiempo sin ser rechazado por el cuerpo humano, siendo
único entre otros dispositivos implantables.
¿Cómo funciona este sensor de oro?
Los investigadores detectan el cambio de color del sistema de nanopartículas de oro tachonadas, lo
que determina que un analito de interés se ha unido a ellas. Esto demuestra que los biosensores que
residen durante períodos prolongados podrían ser muy útiles para aplicaciones clínicas, como por
ejemplo en la monitorización de concentraciones de fármacos o biomarcadores en el cuerpo.
El sensor de oro también destaca porque es diminuto, así lo explica Carsten Soennichsen, “nuestro
sensor es como un tatuaje invisible, no mucho más grande que un centavo y más delgado que un
milímetro".
Esta técnica no invasiva podría ser muy útil para aplicaciones clínicas
Es importante destacar que los dispositivos implantados suelen provocar una respuesta extraña al
cuerpo extraño, hecho que origina un ataque inmunológico y una encapsulación de tejido fibroso que
provocan una deterioración de la función y la viabilidad del sensor. Debido a esto, el sensor está
constituido por nanopartículas de oro de color estable suspendidas en un hidrogel
polimérico.
¿Cómo ayuda el hidrogel polimérico?
Permite disminuir las posibilidades de rechazo inmunológico y actúa como un tejido artificial del
cuerpo. De este modo, las nanopartículas se modifican con receptores de aptámetros que son
específicos para una sustancia de interés como podría ser un fármaco. Gracias a esto el sensor
puede funcionar.
A continuación, mientras que los vasos sanguíneos y las células invaden el hidrogel
acercan los analitos a las nanopartículas de oro que se encuentran en el interior, permitiendo que
los receptores de aptámeros incrustados en su superficie se unan a los analitos. Cuando esto pasa,
el color varía según la sustancia presente. Finalmente, los investigadores pueden detectar e
identificar el cambio de color a través de la piel de manera no invasiva.
El sensor de oro es un ejemplo de descubrimiento que permite mejorar el
cuidado de la salud del paciente y que podrá ayudar a tomar mejores decisiones en un futuro.